Pueblo Canario


La razón por la que Néstor Martín-Fernández de la Torre consta como primera figura en la Historia del Arte, se halla en que estamos ante el único pintor canario que, como miembro de las corrientes simbolistas y modernistas europeas, dejó una obra considerada, de forma unánime, imprescindible para conocer en detalle esos movimientos.

Este hecho es de por sí suficiente para despertar el interés por la producción nestoriana, pero a ello habría que añadir otras circunstancias, como el esfuerzo por crear una plástica autóctona, que se une al ejercicio de desentrañar las esencias insulares por parte del artista, no sólo estudiando los pormenores etnográficos, sino llegando a proponer modelos de síntesis arquitectónica en sus bocetos, fruto de lo cual son obras como el Pueblo Canario o el Parador de la Cruz de Tejeda, que alumbraron un estilo de raigambre regionalista –denominado neocario-, y que viene definido por los estilemas propuestos por Néstor y su hermano Miguel Martín-Fernández de la Torre.

Así pues, el Museo, cuyo proyecto es firmado por Miguel, contiene tramas afines a los ideales estéticos de ambos. Considerado como uno de los más destacados proyectistas racionalistas del panorama español, de su estudio salieron la mayoría de los planos que hicieron posible el barrio de Ciudad Jardín, emplazamiento en el que se asienta las dependencias del Museo Néstor. El ordenamiento de sus calles, la belleza del Parque Doramas (que nos circunda), del Hotel Santa Catalina, de las singulares mansiones y chalets unifamiliares o del perfil de la fábrica de la iglesia anglicana, nos remite al pasado de influjo británico.

Néstor, desde 1934, deseaba instalarse definitivamente en Gran Canaria. Con tal intención se dedica a buscar un espacio capaz de acoger su producción pictórica, siendo el pintoresco barrio de San Francisco de Telde el lugar escogido. Desgraciadamente, esa iniciativa nunca verá la luz hasta que tras realizar el boceto del Pueblo Canario (1937) se decante por los alrededores de la antigua ermita de Santa Catalina.

Habrá que esperar hasta 1939 para que el ayuntamiento capitalino realizara las primeras adquisiciones de terrenos donde habría de erigirse el inmueble. Con ello se planteaba un ambicioso programa que perseguía dotar a Las Palmas de Gran Canaria de unos adecuados equipamientos turísticos.

El proyecto del Pueblo Canario consiste en una plaza irregular, cerrada en su perímetro por varias edificaciones, que intentan recrear una ambientación típica de un rincón canario. Realmente, nos encontramos ante un set cinemátográfico muy afín a los postulados de la arquitectura americana denominada Mission Style. Tanto Néstor como Miguel adecuaron toda una suerte de estilemas recopilados de las viejas casonas del casco histórico de Vegueta, de las guarniciones militares o de la arquitectura popular pasada por el tamiz de un gusto propio y definido.

Pero no será hasta 1956 cuando este primigenio proyecto vea la luz, abriendo sus puertas con el legado del último pintor decadentista. Posiblemente sea el estudioso Lázaro Santana quien mejor defina la percepción que de el arte tuvo Néstor: “Habitualmente, la obra de Néstor la adscriben al modernismo sus críticos y exagetas. Sin embargo, y pese a la ambigüedad de la fórmula modernismo como patrón definitorio de un estilo, tal adscripción no es válida para la totalidad de su producción. La personalidad y el pensamiento de Néstor, al pretender una integración de las artes-pintura, escultura, arquitectura, diseño- y aspirar a la creación de una norma estética que fuera a la vez norma de vida- propuesta teórica que los artistas del modernismo aplicaron a partir de la experiencia de William Morris- fue genuinamente modernista en su concepción; pero los rasgos estilísticos que asumió su obra conforman un mundo de acarreo diverso donde el modernismo es solo una influencia más, y no la decisiva”.